sábado, 12 de septiembre de 2020

Homosexualidad en la Iglesia Católica. ¿Dios odia a los gays?

 

Homosexualidad en la Iglesia Católica. ¿Dios odia a los gays?

Esta es una pregunta muy fuerte y profunda, por lo que no queremos responder únicamente con un sí o un no. Por lo tanto, iremos dando argumentos en respuesta a varias creencias o mitos que se tienen con respecto a la fe y la homosexualidad.


  1. Ser gay es pecado.

Por definición el pecado es toda palabra, acto o intención, con la que un hombre atenta, consciente y voluntariamente, contra Dios.

Tener una preferencia sexual no es un acto sino una condición o característica de una persona. Es algo intrínseco de ellos, por lo que no es una decisión que se elige. Una persona homosexual no elige serlo, simplemente lo és. Por lo tanto, ser gay no es pecado.

Más allá de las preferencias sexuales, todos los pertenecientes a la comunidad LGBT+ son personas, cada una creada, planeada y amada por Dios.


  1. Dios repudia a los gays.

Falso. El amor de Dios es infinito e incondicional, Él hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos (Mt 5, 45).

Sin importar lo que hagamos, quiénes seamos o nuestra preferencia sexual, Dios nos ama por igual a todos y desea tener una relación especial y personal con cada uno.

Siempre que escuches que Dios repudia a alguna persona o a algún un grupo, recuerda esta frase: “Dios ama al pecador pero repudia al pecado”.


  1. La Iglesia es homofóbica

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, es decir, somos todos los hijos de Dios que amamos a nuestro creador y queremos asemejarnos a Él. Por lo tanto, si Dios ama a los homosexuales, entonces su Iglesia también debe hacerlo. Cualquiera que presente actitudes homofóbicas debe reconsiderar su accionar y buscar ser similar a Dios, acogiendo a cualquier persona, de cualquier condición con amor.

El Catesismo de la Iglesia Católica nos dice en su número 2358, que toda persona con tendencias homosexuales deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza y se evitará todo signo de discriminación injusta.

Todo aquel cristiano que actúe de forma contraria, está incumpliendo con lo establecido por Dios y por la Iglesia. Todo acto de discriminación es pecado, pues para Dios todos somos iguales y la salvación es universal.


  1. No se puede ser gay y creyente

Esto es completamente falso. 

El amor de Dios es libre y sin condiciones, por lo tanto cualquier persona es libre de aceptar en su vida, sea homosexual o no. Cualquier perteneciente a la comunidad LGBT+ tiene derecho a asistir a todas las actividades pastorales y sacramentales si así lo desea. Nunca se debe negar la inclusión de cualquiera en la Iglesia.

Las personas homosexuales, si así lo desean, pueden llevar un acompañamiento espiritual y pastoral que les ayude a comprender la misión que Dios les ha encomendado en su vida para que puedan vivir plenamente su fe y su vida. (Catecismo de la Iglesia Católica No. 2358).


¿Qué sucede entonces con las personas homosexuales dentro de la Iglesia?

Las personas homosexuales, al igual que los célibes, los consagrados, los ordenados y cualquier laico soltero; están llamados a la castidad.

La Iglesia no ve mal que se amen personas del mismo sexo, porque el amor no es un pecado. Lo que se considera pecado es el encuentro sexual entre personas del mismo sexo, porque no corresponden al orden natural de la Creación (no son actos abiertos a la vida).

En ese llamado a la castidad Dios les tiene preparada una misión, como a todos los demás. El vivir plenamente la castidad ayuda a liberar el alma y el corazón para dedicarlo a Dios en totalidad. Si te encuentras en esta realidad busca un acompañamiento espiritual que te guíe a comprender lo que Dios desea para ti, porque recuerda que Dios solo desea que seamos plenamente felices.

Si se ha caído en pecado, no es el fin del camino, porque Dios nos ha dejado el maravilloso regalo del sacramento de la Reconciliación. Mediante el cual, si estamos realmente arrepentidos, podemos sanar nuestra relación con Él y continuar nuestro camino. Recuerda, todos somos pecadores pero Dios nos sigue amando por igual.


CONCLUSIÓN

Lo primero a aclarar es que todos somos una misma Iglesia, no existe la clasificación de creyentes homosexuales y creyentes heterosexuales. Eso es dejarnos llevar por tendencias clasistas y va en contra de la visión de Dios. TODOS, gay o no, mujeres u hombres, niños o ancianos, pertenecemos a una sola Iglesia, un solo cuerpo de Cristo. Por lo que nadie tiene derecho a separarnos ni a dividirnos. Debemos dejar nuestros prejuicios de lado y trabajar la misericordia. TODOS debemos ser reflejo de Dios para los demás.


Si eres alguien que pertenece a la comunidad LGBT+, no tengas miedo de acercarte a Dios y de dejarte amar por Él. Cuando lo encuentres no te alejes de Él por personas que te traten mal, porque ellos no reflejan al verdadero Dios que te ama y te espera con los brazos abiertos. Para Dios todos somos una misma Iglesia. ¡Ánimo! 


Si eres un creyente de Cristo y no perteneces a la comunidad LGBT+, busca demostrar el amor de Dios a través de tus acciones. Si Dios no les niega su amor, ¿por qué nosotros sí? Así como Dios te ha acogido a tí con todos los pecados de por medio que cargabas, también acoge tú a tu prójimo sin su pasado, sus tendencias o su historia. No son ellos y nosotros, todos somos una misma Iglesia.


Espero esta información te haya servido, estaremos muy gustosos de leer tus comentarios y saber que es lo que opinas de este tema.

Si tienes alguna duda que no hayamos respondido, puedes dejarla en los comentarios o enviarnosla a nuestro twitter @AskMaranathaBlog.


Bendiciones.🙏💖


viernes, 4 de septiembre de 2020

¿Qué es el matrimonio? (parte 2) Divorcios en la Iglesia

Divorcios en la Iglesia católica. Divorciados vueltos a casar.


La Iglesia dice que el sacramento del matrimonio es indisoluble, pero ¿qué pasa si la relación ya no es sostenible o peor, si es dañina? ¿Qué postura tiene la Iglesia sobre los divorcios? ¿Es posible volverse a casar por la Iglesia? Esas y otras preguntas más las responderemos a continuación.


Te recomendamos leer la primera parte si aún no lo has hecho para que comprendas mejor lo que a continuación se dirá. ¿Qué es el matrimonio? (Parte 1).


Primero que nada, ¿qué pasa si no deseo casarme? ¿Es pecado?

La respuesta corta es no. Pero antes de dar una conclusión, primero se debe analizar, ¿por qué no deseo casarme?

No todo el mundo está llamado al matrimonio, al igual que el sacerdocio o la vida consagrada, el matrimonio es una vocación. Es decir, un llamado especial y único que te hace Dios para que des fruto y construyas el reino de los cielos.

Muchas veces, las personas piensan: Si no tengo el llamado a ser sacerdote y religiosa entonces debo casarme. ¡Eso es falso! 

El matrimonio no es solamente por default, y menos es “porque es lo que me queda”. El casarse y formar una familia debe ser un llamado que venga de Dios, porque si el matrimonio no es tu vocación no vivirás plenamente, sí serás feliz, claro, pero no sentirás la plenitud que deberías. Por eso es muy importante preguntarse ¿a qué me llama Dios?


OJO: Vivir una vocación de celibato no es un desprecio por el matrimonio o la vida familiar, sino es una renuncia voluntaria “por el reino de los cielos”. Quizás sea voluntad de Dios que en el celibato puedas preocuparte de personas por las que nadie más se preocupa, ya que tienes la libertad e independencia que se requiere.

Si no estás llamado al matrimonio, no tiene nada de malo ni es pecado. Pero para saberlo debes hablar con Dios y en oración descubrir qué es lo que Él te pide.


Ahora, si no deseas casarte porque crees que eso arruinará tu relación actual, te invitamos a leer la primera parte (enlace) de nuestra publicación para que conozcas mejor lo que implica el matrimonio y el "compromiso para toda la vida.”


¿Qué postura tiene la Iglesia sobre los divorcios? ¿Pueden separarse cónyuges que están peleados?


“Cualquier matrimonio puede correr peligro a causa de alguna crisis. El diálogo, la oración (en común), a veces también la ayuda especializada pueden ayudar a salir de la crisis. Y en especial, el recuerdo de que en todo matrimonio sacramental hay un tercero en la unión, Cristo, puede encender de nuevo la esperanza. Pero a quien su matrimonio se ha vuelto insoportable, o a quien está expuesto a violencia psíquica o física, le está permitido separarse. Esto se denomina una ‘separación de mesa y cama’, que debe ser comunicada a la Iglesia. Aunque en estos casos se ha roto la convivencia, el matrimonio sigue siendo válido” (YOUCAT, 2011).


Todo lo anteriormente expresado se puede resumir en que si una persona vive en un matrimonio abusivo y representa un riesgo grave a su integridad física o psicológica (tanto para la pareja como para los hijos) y es un daño irreparable, entonces es permitido el vivir separados. En otras palabras, vivir lejos de la persona que genera el daño. Esto no significa que ya no sean un matrimonio, ni que pueda volver a casarse con otra persona, porque como se mencionó en la primera parte, el matrimonio es indisoluble; por lo que, si la pareja se separa ambos deben ser fieles a la otra persona, no deben tener otras parejas ya que es considerado como adulterio (esto solo aplica para las parejas que contrajeron matrimonio sacramentalmente, es decir, por la Iglesia).

Para evitar la escasez de medios, puede ser necesario un divorcio civil y en casos justificados, la Iglesia puede investigar la validez del matrimonio en un proceso de nulidad matrimonial (del cual hablaremos en otro momento).


OJO: Las personas que se han separado debido a estas situaciones de crisis irreparables o de ambientes dañinos, siguen siendo parte de la Iglesia, es más, la Iglesia debe acoger con amor y brindar apoyo como comunidad cristiana, por lo tanto, estas personas pueden participar de las misas, comulgar, hacer oración, etc., ya que no han cometido pecado alguno. El pecado viene en el momento de tener relaciones sexuales con una nueva pareja  sin ser viudo, ya que “le está siendo infiel a su cónyuge” (aplica tanto para los hombres como para las mujeres).


¿Es posible volverse a casar por la Iglesia?


Los votos del matrimonio dicen "Prometo serte fiel... todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe". Por lo tanto, la muerte rompe este vínculo formado en el sacramento y la persona viuda queda "libre" para contraer matrimonio nuevamente si así lo desea.

Esto es una cuestión personal y solamente si es plenamente libre de amar a una nueva persona y formar una nueva familia, la Iglesia solamente debe acoger a esa nueva familia en la comunidad.

Sin embargo, si te separas de tu esposo (a) y este sigue vivo al momento de que desees contraer un nuevo matrimonio, este no será posible, ya que has hecho la promesa y el compromiso de fidelidad indisoluble a tu cónyuge y ante Dios.

Civilmente sí puedes, sacramentalmente no.


¿Qué pasa con los divorciados vueltos a casar?


Siguiendo con lo explicado anteriormente, la Iglesia debe acoger con amor a las personas divorciadas y vueltas a casar. Pero al que, en vida del cónyuge, establece una nueva relación se pone en contradicción con la indisolubilidad del matrimonio y actúa de manera contraria a lo establecido por Jesús. Es por ello, que las personas que viven en esta situación (tanto el separado como la nueva pareja) no pueden comulgar, pero esto no significa que no puedan vivir su fe. Estas parejas pueden ser partícipes de las prácticas de la Iglesia, como la misa, la adoración al Santísimo, la oración, etc. Ellos, si así lo desean, pueden acercarse a los sacerdotes y solicitar un acompañamiento espiritual que les ayude a vivir en plenitud su fe y tratando de ser lo más congruente posible a lo instituido por Dios.

Si tú estás en esta situación, no tengas miedo de acercarte, Dios sigue amándote completamente y deseas que tanto tú como tu nueva pareja, vivan este amor en su totalidad.



Espero esta información te haya servido. Déjanos en los comentarios cualquier opinión que tengas al respecto o si tienes alguna duda que no hayamos respondido hasta el momento.

De igual manera puedes encontrarnos en nuestro twitter @AskMaranathaBlog

Bendiciones💖🙏

Homosexualidad en la Iglesia Católica. ¿Dios odia a los gays?

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