viernes, 28 de agosto de 2020

¿Qué es el matrimonio? (parte 1)

¿qué es el matrimonio? ¿Por qué es importante casarse? sacramento del matrimonio


¿Qué es el matrimonio? ¿Qué implica? ¿Por qué es tan importante? ¿Es un invento del hombre para hacer sumisas a las mujeres? Estas y muchas preguntas he escuchado a lo largo de los años y de acuerdo a lo que he escuchado, pareciera que el casarse ahora es algo malo y se ha convertido en la imagen del desastre. Actualmente, muchas parejas y personas consideran el casarse como una aberración y que ha sido un error el que exista.

Esto me sorprende mucho, ya que el matrimonio es un don (¡Sí, un don!) maravilloso. 

Entonces pensé, quizá la idea actual del matrimonio es tan negativa porque no sabemos lo que es realmente el matrimonio ni lo que implica.


Por ello, he decidido explicar sobre el sacramento del matrimonio desde la perspectiva católica. Lo que deseo con esta publicación de dos partes es aclarar lo mejor posible lo que implica el casarse en la religión católica y el por qué para nosotros es un regalo tan bello e importante que Dios nos ha dado.


El sacramento del Matrimonio


Así como lo dice el título anterior, el matrimonio es un sacramento. 

Ahora, ¿qué implica ese estatus de sacramento? Como ya hemos explicado con anterioridad en una publicación anterior (enlace aquí), un sacramento es un signo sensible que Dios nos dejó a nosotros los humanos para poder ser similares a Él y ayudarnos a acrecentar nuestra fe.

¿Cómo somos similares a Dios a través del Matrimonio? Bueno, Dios es el amor mismo, un amor de entrega total, libre y sin condiciones. Una pareja, hombre y mujer, deben amarse en similar manera a como Dios nos ama a nosotros, es decir, plenamente y en total libertad. Al amar a una persona como Dios lo ama, nos ayuda a crecer como seres humanos y a trabajar en nuestra naturaleza como Hijos de Dios. Amar plenamente significa siempre “mirar y amar al otro así como Dios lo ve”.

Amar plenamente nos hace comprender mejor el amor de Dios y nos invita a compartirlo y hacerlo fecundo. De tal forma que, el imitar a Dios ayuda a conocerlo más a profundidad y crecer en nuestra fe y, al mismo tiempo, al confiar en Dios y dejarnos guiar por Él ayuda a no desfallecer en el camino de entrega total; porque amar de verdad es hermoso, mas no fácil.


¿El matrimonio me hace sumisa como mujer?


La respuesta es NO. 

A lo largo de los años la cultura nos ha “enseñado” que la mujer sólo debe vivir para casarse y servir a su esposo y futuros hijos. ¡Qué lejos está esa visión de lo que realmente es el sacramento del matrimonio!

“Dios ha hecho al hombre y a la mujer el uno para el otro para que ‘ya no sean dos, sino una sola carne’ (Mt 19,6)” (Youcat, 2011).


Como ya hemos comentado, el matrimonio debe darse en una pareja que se ama en plenitud, eso implica el respeto a la integridad y dignidad de la pareja, por lo tanto, el hombre al casarse no se vuelve dueño de la mujer, solamente se convierte en compañero de vida y ella debe tomar decisiones sobre los dos en el mismo nivel que el hombre lo hace.

Ser una sola carne significa que ambos son uno mismo, un mismo equipo, una misma familia. Ambos tienen el mismo valor ante Dios tanto individualmente como dentro del matrimonio formado. La visión de Dios sobre el matrimonio no es de un amo y un sirviente, sino de dos iguales que en plena libertad desean estar juntos para siempre y piden su bendición para ayudarlos a que ese amor se fortalezca.


El matrimonio debe darse en plena libertad, sin coacciones ni obligaciones, tanto en el momento de la celebración del sacramento, como para la vida posterior. Si alguno de los cónyuges no es realmente libre o no actúa en verdadera libertad el matrimonio no es válido.


Así que si eres mujer y tu pareja te dice que cuando se casen debes abandonar tus sueños y metas, ¡cuidado! Ese ambiente no es de amor en plenitud y no estas obligada a casarte con esa persona. Ese pensamiento no es el correcto para un matrimonio de verdad y pleno bajo los ojos de Dios.


El matrimonio es Indisoluble


Muchas personas en la actualidad imaginan el matrimonio como una bonita (y costosa) fiesta con luces, vestidos, adornos, buena comida, entre otras cosas. Sin embargo, el matrimonio no es una fiesta, es un compromiso para toda la vida.

El concepto de indisolubilidad se ha desvirtuado muchísimo con el pasar de los años, ahora los medios venden la idea de que “si no funciona, pues que se separen”, en lugar de “si no está funcionando descubramos qué daña la relación y tratemos de solucionarlo”.

(Ojo, esto es un generalismo, cada pareja es una situación particular y las razones que los lleven a una separación es algo muy personal y no encaja con el estereotipo que se presenta comúnmente).

Sin embargo, cualquiera que planee casarse debe ser con la idea de que es para siempre la unión sin opciones a la disolución. Por eso la Iglesia hace mucho énfasis en conocerse muy bien durante el noviazgo, ya que el matrimonio es un paso muy grande y que asume muchos retos que la pareja debe estar determinada a enfrentar y superar. El casamiento solo debe surgir de parejas que se aman plenamente, como ya se comentó anteriormente. 


Ahora, ¿por qué es indisoluble? Esto es por tres razones:

  1. La esencia del matrimonio es entregarse mutuamente sin reservas.
    Esto quiere decir que yo me entrego en totalidad a mi cónyuge y él se entrega en totalidad a mí. Ya no somos dos, sino que nos convertimos en uno. Esto qué quiere decir, bueno, que ahora la vida de los dos no pueden ser individualistas, sino en conjunto. Ambos ahora son un equipo que deben compartir todo: prosperidad y adversidad, salud y enfermedad, fidelidad y amor.
    Entregarse mutuamente significa unirse para trabajar juntos hacia un mismo fin y enfrentar todo lo que venga, bueno o malo, fácil o difícil. Es ser libremente tú mismo con esa persona y compartir todo lo que tengas con ella: sueños, metas, planes, enfermedades, dificultades, problemas, etc.
    Sin reservas, significa que nada debe impedirte estar y amar a tu pareja. Esa libertad no es solamente física, sino también debe ser una libertad de espíritu y de corazón, es decir, que si por ejemplo tienes alguna adicción (sustancia, alcohol, juego, sexo, etc.), no eres alguien completamente libre, porque dependes de algo ajeno a ti, eso a lo que eres adicto controla todo en tu vida y por lo mismo no puedes entregarse a alguien más. Físicamente no estás encadenado, pero sí vives aprisionado en tu corazón y tu mente.

    Ojo, una entrega total no significa co-depender de la pareja, si sientes que no eres nada sin tu pareja o que no eres feliz más allá de esa persona, ten cuidado porque eso puede ser muy contraproducente. De igual manera, si tienes a tu pareja pero no la amas completamente, le ocultas parte de tu vida, no la tienes incluida en tus planes a futuro, te da vergüenza que te vean con ella o simplemente consideras que no podrías estar toda tu vida junto a esa persona, entonces no la amas en plenitud y es mejor no considerar el matrimonio.

  2. Es una imagen de la fidelidad incondicional de Dios a su Iglesia.
    Como se mencionó en publicaciones anteriores, los sacramentos nos hacen ser similares a Dios. El jurar fidelidad indisoluble a nuestro cónyuge, nos hace adoptar y ser semejantes a la fidelidad de Dios hacia nosotros. La fidelidad de Dios trasciende los fallos que hemos cometido y cumple todo aquello que nos promete.
    La fidelidad a nuestro conyuge debe ser igual o lo más similar posible que nuestro amor humano nos permita; es por eso que los votos matrimoniales de la Iglesia profesan:
    “Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad…”

    Es decir, nosotros le prometemos a nuestra pareja estar siempre a su lado sin importar las circunstancias, y nuestro amor debe ser igualmente fiel y exclusivo para nuestro cónyuge. No hay razón válida para serle infiel a nuestra pareja, porque queremos imitar la fidelidad de Dios hacia nosotros.
    “La fidelidad absoluta en el matrimonio no es tanto un testimonio del logro humano como de la fidelidad de Dios, que siempre está presente, aún cuando a todas luces le traicionamos y le olvidamos.” (Youcat, 2011)

  3. Representa la entrega de Cristo a su Iglesia.
    Cristo ama tanto a su Iglesia que dio su propia vida para salvarnos. El amor de un matrimonio debe ser semejante al de Cristo por su Iglesia, es decir, ambos cónyuges deben amarse, servirse y cuidarse mutuamente y a la familia que formen. Dar su vida por ellos.
    Dar la vida por los demás no es literalmente morir, sino entregar todo de nosotros por el bien del otro. Que las decisiones que tomemos sean pensando en el bien de ellos y lo que los hará felices, no solamente para nuestro beneficio personal.

En pocas palabras, la indisolubilidad del matrimonio viene de ser una imitación del amor de Dios, el cual es completamente fiel e indisoluble.

“Casarse por la Iglesia quiere decir confiar más en la ayuda de Dios que en la propia provisión de amor” (Youcat, 2011).


¿Cómo se lleva a cabo el sacramento del matrimonio?


A diferencia de lo que muchos conocen, el matrimonio no es dado por el sacerdote a los cónyuges, sino que se lo confieren el hombre y la mujer recíprocamente. Es decir, que el sacramento se realiza entre los cónyuges durante una celebración pública, en el momento en que ambos profesan sus votos matrimoniales. El sacerdote o diácono invocan la bendición de Dios sobre la pareja y es el testigo de que el matrimonio se celebra en las condiciones adecuadas:

  1. El consentimiento expresado en libertad. Ninguno de los conyuges debe casarse por coacción u obligación.

  2. La aceptación de una unión exclusiva para toda la vida. Promesa de fidelidad absoluta.

  3. Apertura a los hijos. Ser una pareja abierta a la fecundidad física y espiritual.


Conclusión


El matrimonio es un sacramento que Dios nos regala para enseñarnos a amar en plenitud y desbordantemente, y así asemejarnos más a Él. Es una promesa que los conyuges se hacen uno al otro ante Dios y ante la Iglesia; es una promesa que busca que las parejas crezcan juntas en amor y plenitud, abiertas al diálogo, al respeto y a la fidelidad absoluta. Esta promesa solamente puede hacerse una vez y a una sola persona, hasta que la muerte de alguno de los conyuges los separe. Por eso es muy importante decidir bien y con los pies en la tierra con quién deseas unirte en matrimonio ya que el casarse no es el final, sino más bien el inicio de un camino para toda la vida.


En la segunda parte hablaremos más a fondo sobre las diversas situaciones que pueden presentarse para vivir el matrimonio y la situación de las parejas separadas, desde la perspectiva de la Iglesia.


Espero que esta información te haya ayudado a aclarar tus dudas.

Déjanos en los comentarios cuál es tu opinión sobre el matrimonio o si hay algún punto que creas que nos hizo falta comentar.

De igual manera, si tienes alguna duda dejala en los comentarios o mandala a nuestro twitter @AskMaranathaBlog.

Bendiciones.


sábado, 22 de agosto de 2020

¿Cómo coordinar un grupo apostólico durante la pandemia?

Como coordinar un grupo apostólico

Coordinar un grupo apostólico siempre implica un gran reto, pero el día de hoy exige un esfuerzo mucho mayor que antes pues ¿cómo poder hacer apstolado sin salir de nuestras casas?

Yo personalmente me he enfrentado a este reto y si bien no ha sido fácil ha sido muy reconfortante y me ha ayudado a crecer como persona y como cristiano. Por eso, a continuación te dejo unos consejos que, basados en lo que me ha funcionado, podrán ayudarte a cumplir esta labor tan retadora pero igualmente bella que Dios te pide cumplir.


  1. Lo primero y más importante, nunca olvidar el motivo principal por el cual se realiza la labor y ese es Dios.
    Si nuestro trabajo no está dirigido a contruir el Reino de Dios en la tierra, será mucho más fácil el perdernos en el camino, por eso siempre hay que recordar a los integrantes y al equipo coordinador la razón de porqué dijeron sí desde un principio.

  2. Del consejo anterior surge este, trabaja en la espiritualidad del grupo entero. “Familia que ora unida, permanece unida”.
    Esto puedes lograrlo a través de diversas actividades como rosarios virtuales (por video llamada o transmisión en vivo). Acordar ver una misa virtual al mismo tiempo así como una Hora Santa, incluso se puede organizar una Hora Santa si cuentas con el apoyo de algún ministro o sacerdote.
    De igual manera, asignar roles para oraciones semanales, por ejemplo: asignar a un integrante a recordar el rezo del Ángelus en un día específico. Esto podría implementarse en grupos de chat como WhatsApp, para sacarle mucho más provecho a esas herramientas.

  3. Promueve el conocimiento y la convivencia aunque sea de manera virtual, esto puede ser por medio de sesiones para platicar sobre algún libro, encíclica o exortación apostólica; discutir sobre alguna película que promueva valores morales y/o cristianos; sesiones para responder dudas con apoyo de algún asesor o guía espiritual; entre otras opciones.

  4. Trabaja en la unidad del grupo. Siempre estar atentos a su estado de ánimo o su situación particular. Tómate un tiempo para platicar con cada uno de los integrantes, si no te es totalmente posible, puedes dividir el trabajo entre todos y hacer labor de “centinela”. Procurar conocer cómo están afrontando la situación cada uno de nuestros integrantes y hacerlos sentir escuchados y apoyados.
    Algo muy provechoso es darles la oportunidad de hacer peticiones sobre algún problema en específico y que todos los integrantes del grupo apoyen a través de oraciones y si es posible con ayuda física como despensa o apoyo en algo (de ser necesario).
    Lo más importante es que no se sientan solos, sino que tienen una comunidad que está a su lado para ayudarles.

  5. Haz oración por tus coordinados. En este punto me gustaría compartir un pensamiento que leí por algún lado y que cobra mucho sentido en esta etapa:
    “Si tú como coordinador de un grupo de Iglesia no desgastas tus rodillas en el sagrario pidiendo por la vida espiritual y la conversión constante de cada una de las personas que se te han confiado…no sé qué haces coordinando un grupo”.
    Probablemente te parezca que el mensaje anterior es muy agresivo y directo, pero ello no significa que no sea real. Coordinar un grupo apostólico es de mucho quehacer y de cierto grado de estrés; por esto, con mayor razón, será necesaria tu oración constante por cada uno de los que estarán a tu cargo.

  6. Siempre planea algo para hacer. Por la situación actual es muy difícil planear una actividad que sea para salir de nuestros hogares, pero hacer apostolado incia desde nuestro primer círculo, nuestra familia. Indistintamente el tipo de labor o carisma que tenga tu grupo, trata de adaptar esa labor en casa. Por ejemplo, si el carisma de tu grupo es ayudar a las personas sin hogar o pobres, ahora pueden enfocarse a los que son pobres de espiritualidad o cuyo corazón debe ser más misericordioso a través de mensajes, retos virtuales, acciones concretas en el hogar que se puedan compartir, etc.

  7. Por último, hazles sentir confianza y seguridad de que pronto todo mejorará, porque Dios no pone pruebas que no podamos sobrellevar. Transmíteles y creelo tú también que Dios sabrá cuándo poner fin a esta realidad y nos moldeará para ser mejores.
    Deposita toda tu confianza en Dios y trata de que tus coordinados también lo logren. De la mano de Dios todo es posible, por eso mismo es que te has aventurado a coordinar un grupo apostólico.


Espero estos consejos te ayuden. Si se te ocurre alguno que podría ayudar a los demás que lean este Blog siéntete libre de expresarlo en los comentarios.

De igual manera, si tienes alguna duda con respecto a la Iglesia y/o la religión que aún no hallamos respondído haznosla saber en los comentarios o através de nuestro twitter @AskMaranathaBlog.


Que Dios te siga dando fuerza.

🙏Bendiciones.💖⛪


lunes, 17 de agosto de 2020

¿QUÉ ES UN SACRAMENTO?

Explicacion de que son los sacramentos y su importancia en la Iglesia


Si te has hecho esta pregunta, seguramente has escuchado la palabra Sacramento en algún momento.

Los sacramentos son siete: bautismo, confirmación, Eucaristía, confesión (reconciliación o penitencia),

unción de los enfermos, orden sacerdotal y matrimonio, pero ¿qué son?

Los sacramentos son signos sensibles, instituidos por Cristo y administrados por la Iglesia.

Esto quiere decir que son acciones específicas para cada momento de la vida de un cristiano que le permiten

asemejarse más a Cristo, santificar su vida, confirmar y aumentar su fe, permitiéndole así poder llegar a ser

hijo de Dios en libertad y esplendor.


Instituidos por Cristo, significa que fue Jesús mismo quien nos pidió realizar estos signos a lo largo de su

vida humana, por ejemplo en la cita Mt 28, 19 dice: “Haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos

en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, esta cita hace referencia al sacramento del Bautismo.

Cristo nos los dejó porque conoce la debilidad del hombre (del ser humano) y sabe que necesitamos de Él,

necesitamos poder acceder a Dios con todos los sentidos, no solo con el intelecto. Por eso Dios mismo se

nos da a través de signos sensibles y visibles: Los sacramentos.


Administrados por la Iglesa. Esto significa que la misma Iglesia es la que los dispersa, los protege y los vive.

Los sacramentos existen para la Iglesia y por la Iglesia. Entendiendo a la Iglesia como toda la comunidad

cristiana que profesa su fe en Cristo Jesús (no como el templo).

Los sacramentos no pueden obtenerse fuera de la Iglesia, porque Cristo así lo quizo.

Él sabe que de forma si queremos vivir nuestra fe de manera individual y asilada, ésta se hace más pesada,

por eso nos pide buscar la comunidad y vivir con ello.  Por eso, los sacramentos se obtienen y se comparten

desde la comunidad de Cristo: La Iglesia.

Jesús les confía estos signos a sus Apóstoles, no para que los guarden solo para ellos sino para que los

compartan con el resto del mundo y los protejan de un uso abusivo; es decir, que solo los que acepten a

Dios y quieran recibirlos los obtengan. Los sacramentos no deben ser impuestos a la fuerza, quien los reciba

debe desearlo, porque Dios no obliga a nadie a creer en Él. 


Un sacramento solo puede tener efecto cuando se entiende y se acoge en la fe.

Los sacramentos no solo suponen la fe, sino que también la fortalecen

y la expresan. (Youcat, 2011).


Los sacramentos, como mencionamos anteriormente, existen para cada momento de la vida de un Cristiano,

por ello se dividen en tres grandes grupos:


  • SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA

Bautismo, Confirmación y Eucaristía (1° comunión)


Estos sacramentos son los que permiten poner los fundamentos de toda vida cristiana.

Lo primero para poder vivir la fe es aceptarse y reconocerse como “hijo de Dios”, título que obtenemos mediante

nuestro bautismo, por eso es el primer sacramento a recibir cuando se inicia en la fe cristiana. El mismo Cristo

se bautizó antes de iniciar su vida pública (Mt 3, 13-17).

Después del Bautismo, los fieles se fortalecen mediante la Confirmación y posteriormente son alimentados en

la Eucaristía. El sacramento de la Eucaristía se recibe por primera vez en la “1° comunión”, y puede ser recibido

cada vez que nosotros lo necesitemos o deseemos en la Misa, las Horas Santas o a través de la “comunión espiritual”.

Estos tres sacramentos crean las bases de la fe y la alimentan para que esta (la fe) crezca y madure para poder

recibir los demás sacramentos.


  • SACRAMENTOS DE CURACIÓN 

Reconciliación y Unción de los enfermos


Jesús, médico nuestro, no solo perdonó los pecados de quien se lo solicitaba sino también les devolvía la salud

del cuerpo, como en el caso del joven paralítico (Mc 2, 1-12). Así también, Él quiere que su Iglesia continúe

con su obra de curación y salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los sacramentos

de curación: Reconciliación (también llamado confesión o penitencia) y Unción de los enfermos.

Algo importante a recalcar es que Dios nos conoce mejor que nadie y sabe que llevamos nuestras vidas en

“vasos de barro”, es decir, que somos criaturas frágiles que podemos fallarle en cualquier momento, por eso nos

regala el sacramento de la “Reconciliación” para poder volver a sus brazos y pedirle perdón por nuestros fallos.

Nos otorga la bendición de poder librarnos del pecado para retomar nuestro caminar como sus hijos y esforzarnos

nuevamente a llevar una vida según su luz. Un camino a la “santidad”.


  • SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

Orden sacerdotal, Matrimonio



Estos dos sacramentos están ordenados a la salvación del los demás. Confieren a una misión particular en la

Iglesia y sirven a la edificación del Pueblo de Dios. [...] Los que reciben el sacramento del Orden son consagrados

para “en nombre de Cristo ser los pastores de la Iglesia con palabra y con la gracia de Dios”. Por su parte,

“los cónyuges cristianos, son fortalecidos y como consagrados para los deberes y dignidad de su estado por este

sacramento especial”. (Catecismo de la Iglesia Católica No. 1534-1535).

Estos sacramentos están encaminados a la vocación específica del cristiano, es decir, el cómo Dios le pide servir

a los demás en su camino único y personal. Todos somos únicos e irreemplazables para Dios; el camino de la vocación

es tan importante que tiene estatus de sacramento. Estos sacramentos reflejan un estado de maduración de la fe

muy amplio, cuando son vividos en plenitud.



Espero te haya servido esta información. Si tienes alguna pregunta que te gustaría que se resuelva,

no dudes en enviarla a nuestra cuenta de Twitter @AskMaranathaBlog.

Bendiciones.🙏💖


jueves, 13 de agosto de 2020

¿CÓMO HACER UNA LECTIO DIVINA?

Muchos de nosotros tenemos una Biblia en casa pero nunca o muy pocas veces la leemos porque desconocemos la gran riqueza que contiene. Leer la Biblia no es como leer un libro cualquiera del cual aprendemos cosas, la Palabra de Dios es un mensaje vivo que se renueva todos los días y que se nos va revelando de acuerdo al momento en que lo leamos. Pero, ¿cómo puedo aprender a conocer este mensaje? Bueno, hay varias maneras para hacerlo, sin embargo, la más íntima y (a mi parecer) la más hermosa es por medio de la Lectio Divina.


Una Lectio Divina es la meditación de la Palabra de Dios. Esta es una herramienta de oración muy completa que nos permite, no solamente hablar con Dios, sino también escuchar lo que Él nos quiere decir, pues “a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus divinas palabras”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 2,652).


Esta oración es de las más completas, pero requiere de toda nuestra disposición para vivirla en plenitud, por lo cual te recomendamos lo siguiente:

  • Realizarla en un lugar tranquilo y silencioso donde puedas orar sin interrupciones o distracciones.

  • Designar un momento del día que le dediques solamente a Dios, ya que mientras más tiempo puedas meditarla, más rico será ese momento para tí.

  • Si te es posible pon música de fondo relajante que te ayude a ambientar mejor el momento.

  • Realizarla frente a un crucifijo o una imagen de Dios que te ayude a sentir que hablas directamente con Él, ya que eso estás realizando. :)


A continuación presentamos una guía de cómo puedes realizar tu Lectio Divina, la cual también se encuentra en un material descargable que podrás encontrar al final del blog.


primer paso para una lectio divina

Invoca la presencia del Espíritu Santo para que te ilumine y te permita comprender con mayor claridad lo que te quiere decir hoy a través de la lectura.

Puedes utilizar cualquier oración de invocación que desees, nosotros te presentamos la siguiente:

“Espíritu Santo, visítame con tu Presencia densa y ligera, sacúdeme con tu azote semejante a una caricia, atráeme, con el imán de tu Amor, hacia la puerta estrecha por donde se entra al Reino inmenso e inefable del Amor de nuestro Padre Dios.

Haz espacio en mí, para que resuene, como un eco, en el paisaje de mi cuerpo y de mi alma, la Palabra de Jesús, la única Palabra con poder de salvar.

Visítame, Señor y Dador de Vida, para que pueda ser yo cauce de tu Vida en abundancia.


Espíritu Santo, fuente de luz… Ilumíname (3 veces).”



segundo paso para una lectio divina

Es momento de leer la Palabra de Dios. Te recomendamos que la lectura que escojas no sea al azar, sino que busques alguna como el Evangelio del día o leer y meditar un libro en específico por mes, de acuerdo a tus necesidades espirituales.

Si estás llevando una guía espiritual, medita aquella lectura que vaya de acuerdo con tu acompañamiento o guía.


Para este momento lee una primera vez con atención la lectura elegida. Después vuelve a leer la lectura pero de forma más pausada y consciente, fijándote de todas y cada una de las palabras escritas. Si te es posible subraya o escribe aquella frase o palabra que te llame más la atención.



tercer paso de una lectio divina

Es momento de encontrarle sentido a lo que Dios te acaba de expresar. Lee esa frase o palabra que más te llamó la atención y trata de responder la siguiente pregunta:

¿Qué me dice la Palabra?

.

Te recomendamos llevar un diario de oración en el cual puedas escribir todo lo que medites y comprendas de este momento. Escribir te ayudará a clarificar ideas y también te puede servir en otro momento futuro a redescubrir lo que Dios te ha dicho.



cuarto paso de una lectio divina

Tomate un tiempo para hablar con Dios sobre aquello que has meditado. Háblale de lo que has descubierto en su mensaje y expresa le todo lo que desees. Este es un momento íntimo entre los dos para que puedas responder a aquello que hoy te ha querido decir y/o pedir.



quinto paso de una lectio divina

Déjate animar por el ardor de la Palabra, que ésta llene tu corazón, como quien recibe el calor del Sol. Después de platicar con Dios, trata de responde a la siguiente pregunta:

¿Cómo me siento ahora después de hablar y escuchar lo que Dios me ha dicho hoy?


sexto paso de una lectio divina

Todo encuentro con Dios nos debe llevar a una acción. Es momento de que los sentimientos que ahora llenan tu corazón se transforme en alguna acción, de comprometerse a algo más. Que lo que Dios te haya dicho en la lectura te haga actuar en favor de Él, de ti y de los que te rodean.

No te rompas la cabeza pensando en qué hacer, Dios ya te lo ha dicho anteriormente. No tiene que ser algo extraordinario, simplemente debe ser algo que sabes que podrás cumplir y que te ayude a poner en práctica el mensaje que has recibido de Dios.


Pasos para una Lectio Divina.pdf

Espero te haya servido esta información. El camino de la oración es vasto y hermoso, y está en nosotros el saber aprovecharlo. Sigue buscando a Dios todos los días y encontrará la paz que buscas.

Si tienes alguna pregunta que te gustaría que se resuelva, no dudes en enviarla a nuestra cuenta de Twitter @AskMaranathaBlog.

⛪Bendiciones.🙏💖


jueves, 6 de agosto de 2020

¿CÓMO BUSCAR UNA CITA BÍBLICA? Parte II

Las citas bíblicas, así como las normas APA, tienen muchas variaciones según lo que se desee citar. En esta segunda parte hablaremos de cómo son estas variaciones y cómo se interpretan, para que puedas encontrar con mayor facilidad aquello que buscas.


Si eres nuevo en este tema, te invitamos a leer la primera parte en el siguiente “enlace”. Ahí explicamos los datos básicos para comenzar a buscar citas bíblicas.


Como comentamos anteriormente, la forma más básica para citar un fragmento de la Biblia es poniendo la abreviatura del libro, seguido del número de capítulo y posteriormente de los versículos. Ejemplo Gn 12, 4-6. 

Pero, realmente hay muchas formas que te presentamos a continuación:


CITAR CAPÍTULOS ENTEROS

En estas situaciones no se colocan los versículos, únicamente vienen especificados los números de capítulos. Ejemplo: Mt 5-7 = Mateo, capítulos del cinco al siete.


CUANDO LA CITA ES DEL MISMO LIBRO, PERO DE DIFERENTES CAPÍTULOS

Cuando se desea citar dos partes diferentes de un mismo libro, no se tiene que repetir la abreviatura del libro, solamente se coloca al principio y se especifican los capítulos y versículos deseados. Los capítulos deben estar separados por un punto y coma (;). Ejemplo: Mt 5, 43-48; 7, 12-18 = Mateo, capítulo cinco, versículos del cuarenta y tres al cuarenta y ocho y capítulo siete, versículos del doce al dieciocho.


CITAR DOS O MÁS CAPÍTULOS

Cuando la cita abarca dos o más capítulos, se indica el capítulo y versículo donde comienza y el capítulo y versículo en el que termina, separados por un guión largo. Ejemplo: Mt 6, 19- 7, 12 = Mateo, desde el versículo diecinueve del capítulo seis al versículo doce del capítulo siete.


CITAR DOS PÁRRAFOS NO CONSECUTIVOS DE UN MISMO CAPÍTULO

Si deseas citar dos párrafos que no son consecutivos pero pertenecen al mismo capítulo, estos deben separarse con un punto (.). 

Ejemplo: Mt 6, 1-4.16-18 = Mateo, capítulo seis, versículos del uno al cuatro y del dieciséis a dieciocho.


Lo mismo ocurre si son versículos sueltos. 

Ejemplo: Mt 6, 1-4.16.24 = Mateo, capítulo seis, versículos del uno al cuatro, versículo dieciséis y versículo veinticuatro.


CITAR VARIAS PARTES DE UN MISMO LIBRO.

Cuando se hacen varias citas de un mismo libro, aunque sea en párrafos separados, no se repite el nombre o la abreviatura del libro, y si se trata del mismo capítulo, tampoco se repite éste. Ejemplo:

“La primera parte del Salmo 19 alba la armonía de la naturaleza con las leyes que le dio Dios… (Sal 19, 1-7). Después menciona cómo la creación anima la vida de las personas (vv. 8-11). Finalmente, señala nuestra actitud ante las obras de Dios (vv. 12-15)”


NOTA: vv- = versículos


CITAR TEXTUALMENTE

Cuando se cita textualmente un pasaje (se transcribe tal cual está en la Biblia), se escribe entre comillas (“”), seguido de su cita. 

Ejemplo: “El Señor hace pública su victoria” (Sal 98, 2)


CITAR SOLAMENTE COMO REFERENCIA

Cuando sólo se hace referencia de un pasaje, es decir, se menciona o comenta pero no se escribe textualmente; sólo se pone la cita sencilla.

Ejemplo: Oseas profetiza contra la infidelidad del pueblo y los sacerdotes (Os 4-9).



Espero te haya servido esta información. Si tienes alguna pregunta que te gustaría que se resuelva, no dudes en enviarla a nuestra cuenta de Twitter @AskMaranathaBlog.

⛪Bendiciones.🙏💖


Homosexualidad en la Iglesia Católica. ¿Dios odia a los gays?

  Esta es una pregunta muy fuerte y profunda, por lo que no queremos responder únicamente con un sí o un no. Por lo tanto, iremos dando argu...